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lunes, 4 de febrero de 2013

Crisis.

Estoy hasta el moño. La crisis no es problema de la educación. Que sí, que cuanto más se invierta en ella mejor, pero es que el problema no viene de ahí. Somos nosotros, es este país. El problema viene de dentro. Viene del "carácter español", ese que dice: Si me encuentro una cartera, me quedo con ella. Si puedo coger de aquí sin que nadie se entere, me lo llevo. Que hago mis trucos para ganar en b, pues bien por mi. Tenemos una sociedad en la que se premia al más pillo, al que es un rufián, al que se sale con la suya, el que es un egoísta, el que se aprovecha, ese es el que triunfa. Y si no lo haces es que eres tonto, idiota, subnormal. Diría que lo que más le falta a la sociedad española es honradez, empatía, honestidad. Por eso señores, en el fondo creo que nos merecemos esta crisis. Nuestro problema son los valores, esos que pasan de padres a hijos, esos que te enseñan en casa. Que hay que invertir en educación si, pero la escuela no es la encargada de enseñarnos valores, si no conocimientos. Los valores se empiezan a adquirir desde el momento en que nacemos y se transmiten de generación en generación. Los aprendemos de nuestros padres y de las demás personas que nos rodean, no nos los enseñan como materia. Y los valores que tiene esta sociedad española están mal. Muy mal. Mire por donde mire, abundan las personas con valores nefastos. El de la tienda de la esquina que tiene sus chanchullos, el fontanero que cobra la mitad en b, los de la tienda que hacen ofertas que no son ofertas o te venden productos caducados, todo está mal. ¿Si la gente de la calle es así, como no van a serlo nuestros políticos? Ellos nos representan, representan a la gran mayoría. ¿De verdad os extraña que se aprovechen? El 80% de la población en su lugar lo haría. Es duro, pero es así. Y sabiendo eso, tenemos lo que nos merecemos. Y como no empecemos a cambiar nosotros, desde dentro, todo dará igual. El que venga después de Rajoy será igual que él y el que le siga y el otro y el otro. El cambió está en nosotros y si no se produce nuestra sociedad está condenada al fracaso.

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